Pasa, acomódate

Entre la realidad y la ficción de mi vida y de la vida de los demás que irremediablemente hago mía
en el momento que sé de ellas...El dilema: distinguir cuando termina la ficción y empieza la realidad...

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Mi otra vida


3.14 am después de potrear la cama y estando de buena disposición para dormir, me pongo a ver La voz dormida. De la guerra civil española y he llorado muchísimo. Voy a necesitar un ibuprofeno para conciliar una poca de paz y poder dormir un poco antes de mi entrevista para ver si puedo optar a la jobseeker’s allowance. Es día 25 de mayo de 2012, llevo 2 meses en Edimburgo y no tengo trabajo. En menos de un mes voy a cumplir los veinticinco.

Desde luego no tengo nada de lo necesario y ni me acerco a los planes que una se había hecho de su vida. Había pensando tener un montón de hijos, y cuando digo un montón, quiero decir más de 2. Porque me he criado como hija única y no quiero volver a tenerlo en mi propia familia. Pero estoy en Edimburgo, cuando en realidad me gustaría estar en mi casa, con mi madre que además está enferma y lleva toda la vida trabajando y luchando por llevar una vida cómoda; no consiguiéndolo en muchas de las ocasiones.
Esta noche no he dejado de pensar en dos chicos, en Tyler, el americano que habla mejicano y en Mk, un francés de descendencia negra y desconocida por el momento; no le dejé hablar aquella noche. Las razones son dispares. Los he visto esta tarde que iban a jugar al futbol y al ir a saludar ya les había perdido la pista. Es lo que tiene meadows para un recién estrenado. Después Tyler me ha escrito para salir; me he resignado a la relación amistosa a la que opto con él. Y aun así, casi siempre tengo que darle una negativa. Pero ya es viernes, quizás podamos hacer algo esta noche. Mk es un chico que llegó al hostel cuando a mi me quedaban unos días para mudarme a un piso en la mejor zona de la ciudad, Bruntsfield. Recuerdo perfectamente estar bebiendo sidra en tazas de desayuno sentada al lado de Melanie, frente a una llorona Carmen. Y justo en frente estaba él. Es una preciosidad. Estaba serio y estoy segura que solo también. No podía dejar de mirarle, encima ya la sidra me había hecho que tensara los labios y tenía una sonrisa permanente. Ahora además sé que estaba nervioso. No he coincidido muchas veces con él. Pero una recuerdo verle bailar y me quedé con la boca abierta y ya de paso eliminé de mi cabeza cualquier oportunidad que yo me hubiera figurado. Sin embargo, le agregué a facebook. Y lo típico, llamame loca, que cuando vuelves a coincidir con una persona, si además es tu amigo en facebook, le saludas. Le saludé pero no me ha respondido. Casi ni me he oído a mí misma, las cosas como son. En la fiesta de despedida de Samuel, el chico de Guyana y de Wendy, la chica belga; ha sido la última vez que le he visto y ya he podido hablar con él mejor. Me gusta mucho su acento inglés y su acento francés y en general me gusta él entero bastante.

Y ya, confieso, que se me han ido todas las penas y preocupaciones de las que iba a escribir. Este finde va a ser cuanto menos interesante. Mañana quiero volver a Meadows por la tarde. Es una explanada gigante de césped y árboles  y gente joven. Ahora borra el concepto de gente joven que tienes y mete en la cabeza un montón de gente sana, joven, con cultura y normalmente good-looking.