De las cosas que lees, según el momento son -o no- perfectas. Y aquí, pobre de mí padezco del síndrome de la enamoradiza en otoño. El susodicho por su parte ni lo sabe. Resulta que me gustaban mucho más pequeños que yo para mi sorpresa y rectificación del curriculum amoroso. Maduré y lo que buscaba en esos chicos mayores no pueden precisamente dármelo ellos. Que mi padre haya decidido obviarme no es algo como digo que ningún caballero o mendrugo me vaya a paliar o devolver.
<<Para cuando reúno el valor, ya te has ido>>
Es lo más sincero y lucido de la jornada y si puedo, me felicito por lo simple y profundo de mi conocimiento y sensibilidad por darle a luz y cuidarlo. Demasiadas experiencias, tanto probar de lo nuevo y envidiable y la ausencia de pureza me han traído aquí.
En este punto. Necesito las llamadas que no aprecié. Los halagos de cuando le apetecía verme me recogía en su coche en mi puerta.
Me ha devuelto la temporada la habilidad de memorizar, de imaginar y plasmar, de leer cosas cortas que riman si quieres. tengo así de vuelta la suerte de avanzar a gran paso en inglés, portugués y por fin en alemán. Leo y creo sin plagio algunos poemas. Bailo y siento que vuelve a hacerme feliz porque cuando hagamos las cosas sin el propósito mismo sino por el puro placer, es entonces cuando la felicidad se abre paso y se queda. Y por el mismo placer de hacer correr los dedos y las ideas y el temor de descubrirme, me estanco en lo poético de octubre y no me lanzo a hablar de él. Tampoco me lanzo a hablar con él. Me atrae tanto que me impone y estoy perdiendo la cabeza aunque de momento conservo algo de dignidad pero veremos a ver en qué se torna la historia. No necesito ponerle un nombre, ni una sigla, ni un nickname cariñoso. Aunque de todos ellos tiene al menos dos. Con esto sólo digo que aunque acepte y me guste mi cuerpo, no lo desnudo ante cualquiera. Y ya especular es para quien ose.
Una amiga dice que el amor no se puede controlar. A mí me parece que me pilla de nuevas. De por seguro que si el amor viene no seré yo quién interponga el curso de su dolor pero en este mientras-tanto de que él no sepa o intuya, yo me esconderé en la montaña y allí seré ermitaña aunque lo que quiera sea solo un "ai".
¿Me ha poseído su espíritu o es que tengo solo un gran deseo de algo más, aunque no sea él?
A petición individual mía mía, algún veredicto / comentario a modo de ibuprofeno para este dolor de alma





